Y no me refiero a la letra pequeña de los contratos que tantos quebraderos de cabeza trae. Me refiero al tamaño de la letra en que están escritos la mayoría de los rótulos en euskera colocados en dependencias públicas. Se cumplirá la ley, los decretos, las ordenanzas y todo lo que se quiera, pero que la versión en euskera tenga una letra más pequeña, en cursiva y de un color apenas perceptible te hace sentirte menospreciado.
Pero lo peor de esa racanería es que se instaura como modelo a seguir. La piscina de la que soy socio acaba de terminar obras de ampliación y remodelación. La directiva procedió a colocar los carteles de cada dependencia en castellano y euskera, y somos muchos los que hemos aplaudido esa decisión. Pero, en este caso también, la parte en euskera es mucho más pequeña y difícil de leer que la de castellano. "Si el ayuntamiento hace así, nosotros también haremos así" habrán pensado en la junta directiva.
Esperemos que no se instaure en la conciencia de los propios vascoparlantes de esta vieja Iruña. En la mía, desde luego, no.
Jon Arbizu